La clave para activar
la función ejecutiva de planificación
Esto te lo preguntan a menudo:
– Vale, ¿qué tengo que hacer?
Tienes ante ti un caso de niño apalancado. No arrastra los pies pero casi. Puede que en las horas de clase sí lo haga.
No va a venir a olerte el cerebro ni darte un mordisco en el brazo pero te dará buenos quebraderos de cabeza. Tu trabajo se vuelve muy duro cuando ni siquiera vais a poder andar el primer paso.
¿Por qué sucede esto?
Tenemos entre las manos una situación que requiere un buen trabajo de las funciones ejecutivas de Activación y Planificación.
En casos de zombitis leve (dejadme desdramatizar un poco con la metáfora) siempre preguntan: ¿Qué tengo que hacer? y tú tienes que decirle: Qué hacer y cómo hacerlo. Así consigues que se activen pero con toda probabilidad no van a planificar su respuesta porque esa planificación se la acabas de dar hecha tú misma 🤷.
En los casos más difíciles los niños ya no preguntan nada, se comportan como lo hace la TV de tu salón pero como cuando está parada. Muchas veces te pasa por la cabeza que a ellos les da igual. A menudo se les etiqueta como niños pasotas y ese comportamiento es la coraza que uno se pone para evitar el dolor que producen los fracasos contínuos en las tareas escolares. No van siquiera a activar su cerebro.
¿Cómo salimos de este atolladero?
Hoy me ha pasado algo que me ha hecho sonreír, pero de esas sonrisas que se sienten de verdad.
Estaba con Pepito, saco un material nuevo que compré este verano y, como era de esperar, me suelta:
“¿Qué tengo que hacer?”.
Y yo, sin pensarlo le devuelvo un: “¿Tú qué crees?”.
¿Sabéis qué ha respondido? “¡Sabía que me ibas a decir eso!”. Ahí me he echado a reír. Hace tiempo que no le doy consignas directas. Dejo el material ahí y que se las apañe. Intento conseguir que él tome las riendas. Hay ciencia detrás de esto y por supuesto requiere que le plantees retos que sepas que va a poder asumir.
Hacer esto les permite que activen su función ejecutiva de planificación. Si damos las respuestas a “¿Qué hago?” y “¿Cómo lo hago?” apagan esa parte del cerebro que debería estar resolviendo esas preguntas.
Una parodia para transferir a la particularidad de tus pacientes
– ¿Qué hago?
– Vamos a jugar a fútbol
–¿Y qué tengo que hacer?
-Tú ponte ahí y chuta la pelota.
–¡Pero la pelota está lejos!
-Claro, entonces tienes que correr hacia ella para acercarte.
–¿La chuto con la derecha o con la izquierda?
-Con la que puedas ¿vale?
–Y ¿hacia dónde la chuto?
-¿Ves esa portería? pues hay que acertar con la pelota dentro de ella
–Pero, ¿y si …?
¿Verdad que no hay que explicarle a ningún niño cómo se juega al fútbol?
¿Cómo se hace? es algo que ellos mismos se han encargado de descifrar, es más, seguramente verás que hasta habrán desarrollado estrategias para estar más cerca del balón o trucos para ser ellos quienes marcan un gol.
Tu pequeño paciente bloqueado en la casilla de inicio puede llegar a ponerte nerviosa o desesperarte cuando se enroque en no querer empezar a planificar. Tú misma necesitarás una planificación para conseguir que dé el primer paso por si mismo.
¿Adónde nos lleva esto?
La función ejecutiva de planificación activada en los niños mola mucho.
Ellos se dan cuenta de que se sienten cómodos al manejar bien una situación. A ti te estimula al 100% cuando ves que han dejado de arrastrar esos pies de zombie y cambiar esa expresión apática por actividad y energía pura. Ambos disfrutáis de lo que está pasando en esos momentos y día a día notáis los avances. Eres capaz de llevar una intervención que si se enquista se convertirá en algo realmente complicado de revertir.
Así que, la próxima vez que abras tu FONOCUBE, empieza sin leer las instrucciones para él. Pon el tablero y las cartas delante del niño y que sea él quien te explique cómo se juega. Te sorprenderá lo rápido que se activan y lo averiguan. ¡Y lo bien que se lo pasan!
#abretuCUBE y empieza a brillar. (Click 👈)
Y ahora, si te apetece, dime: ¿Y tú qué crees?